sábado, 28 de julio de 2012

Repartiendo pedacitos de ti


¿Sabemos realmente como somos?

El carácter que tienes, la confianza, la autoestima… ¿te vino todo ya impuesto desde que naciste o lo has ido forjando con los años?

¿Consideras que has sido el único creador de ti mismo o por el contrario otros han participado a que seas lo que eres ahora?

¿Crees que le has dado autoridad en tu vida a alguien para fundar lo que eres ahora o todos los juicios i/o opiniones que tienes sobre ti son realmente tuyas?

Cada día de nuestra vida, en cada situación, estamos relacionándonos con nuestro entorno social (escuela, deporte, trabajo, familia…) y con las personas que interactúan en cada uno de los contextos. Estas personas nos ofrecen regalos, regalos mediante las palabras, regalos que a veces duelen, otros que agradan… pero ¿A todos nos duelen o nos agradan las mismas palabras de las mismas personas? Y ahora viene para mi la mejor…
¿A quien damos autoridad o permiso en nuestra vida para que esas palabras lleguen al alma y construyan lo que hoy somos?

Cada vez que damos autoridad a alguien, la mayoría de veces sin ser conscientes, estamos regalando un pedacito de nosotros, y pedacito a pedacito, los demás son más dueños de nosotros que nosotros mismos y la responsabilidad es solo nuestra, la responsabilidad para dar autoridad a regalar pedacitos a los demás, a dejar que todo nos afecte de tal forma que llegue a ser parte de nosotros, parte de lo que creemos que somos, sin pararnos a analizar si doy autoridad o no a lo que el otro me ha dicho y no hacerlo como mío, sino como una opinión de la persona que me lo dice hacia mi.


“En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”. 
Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejo en los mismos labios de donde salen.”

Gracias a tod@s!

Podéis ver mi proyecto en:

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