Repartiendo pedacitos de ti
¿Sabemos realmente como somos?
El carácter que tienes, la confianza, la
autoestima… ¿te vino todo ya impuesto desde que naciste o lo has ido forjando
con los años?
¿Consideras que has sido el único creador de ti
mismo o por el contrario otros han participado a que seas lo que eres ahora?
¿Crees que le has dado autoridad en tu vida a
alguien para fundar lo que eres ahora o todos los juicios i/o opiniones que
tienes sobre ti son realmente tuyas?
Cada día de nuestra vida, en cada situación,
estamos relacionándonos con nuestro entorno social (escuela, deporte, trabajo,
familia…) y con las personas que interactúan en cada uno de los contextos.
Estas personas nos ofrecen regalos, regalos mediante las palabras, regalos que
a veces duelen, otros que agradan… pero ¿A todos nos duelen o nos agradan las
mismas palabras de las mismas personas? Y ahora viene para mi la mejor…
¿A quien damos autoridad o permiso en nuestra
vida para que esas palabras lleguen al alma y construyan lo que hoy somos?
Cada vez que damos autoridad a alguien, la mayoría
de veces sin ser conscientes, estamos regalando un pedacito de nosotros, y
pedacito a pedacito, los demás son más dueños de nosotros que nosotros mismos y
la responsabilidad es solo nuestra,
la responsabilidad para dar autoridad a regalar pedacitos a los demás, a dejar
que todo nos afecte de tal forma que llegue a ser parte de nosotros, parte de
lo que creemos que somos, sin pararnos a analizar si doy autoridad o no a lo
que el otro me ha dicho y no hacerlo como mío, sino como una opinión de la persona que me lo dice hacia mi.
“En una ocasión cuando Buda estaba
predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e
intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad
y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió
indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué
dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura
tranquilidad: -“Si yo te regalo un
caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su
tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si
quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo
aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No
podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa
misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente
los dejo en los mismos labios de donde salen.”
Gracias a tod@s!
Podéis ver mi proyecto en:
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